Después de escapar de la ciudad filistea de Gat, David se escondió en la cueva de Adulam (1 Sam 22:1-2), donde escribió el Salmo 57. David huía y se escondía de sus enemigos. Desde esta cueva, David se refiere a Dios como su refugio (57:1). Se hace referencia a Dios 21 veces por su nombre o pronombre en los 11 versículos del Salmo. Esta mentalidad centrada en Dios cambia el tono del salmista de la incertidumbre a la alabanza firme.
Hay un cambio de tono y tema entre las dos estrofas que ha dejado perplejos a algunos eruditos que buscan un tema unificado en el Salmo. Pasando de la súplica individual (vv. 1-4) a una invocación de que Dios manifestaría su gloria a toda la tierra (vv. 9-11), algunos han propuesto que el Salmo es una recopilación de dos composiciones separadas. Pero juntas, las dos secciones presentan los detalles de la necesidad individual en el contexto del asunto sustancial más amplio de la gloria de Dios. Cuando estamos experimentando una prueba, podemos “perder el bosque por los árboles”, enfocándonos en la liberación de nuestras circunstancias, sin perder de vista cómo nuestra prueba contribuye al gran objetivo de la historia: que Dios sea conocido y honrado. David quiere que Dios sea exaltado sobre toda la tierra, en la forma en que confía y alaba a Dios en sus pruebas. El Salmo 57 nos muestra que nuestras oraciones por la liberación de la angustia sirven a un fin mayor que simplemente un cambio de circunstancias o sentimientos, pero nuestro sufrimiento es, en última instancia, para la gloria de Dios.
